viernes, 11 de octubre de 2013

MANEJO DEL HUEVO FÉRTIL

En la práctica, hay que partir de la base de que un cierto porcentaje de los huevos puestos por las reproductoras no son aptos para afrontar con garantías de éxito el período de incubación. Por esta razón, hay que tener en cuenta un serie de aspectos para determinar cuáles, de todos los huevos puestos, van a ser los que se introduzcan en las máquinas incubadoras.

Por otra parte, el huevo fértil es un elemento vivo, que debe ser manejado desde la propia granja con sumo cuidado y conforme a unas rutinas que no perjudiquen al potencial de incubabilidad inicial de este huevo.

Recogida de los huevos

En cualquier granja de reproducción los huevos deben ser recogidos como mínimo tres veces al día. El objeto es triple:

§  evitar roturas.
§  reducir las posibilidades de contaminación.
§  evitar la aparición de la cloquez.

En épocas de temperaturas extremas (calor intenso o mucho frío), es aconsejable incrementar la frecuencia de recogida a cinco. Si hace mucho calor y el huevo permanece excesivo tiempo en el nidal, pueden tener lugar divisiones embrionarias, con consecuencias fatales para el embrión, ya que luego el huevo se enfriará en el almacén.

Si las temperaturas son bajas, al enfriarse el huevo su contenido sufre una retracción y se forma la cámara de aire por aspiración a través de los poros de la cáscara. Cuando la superficie de ésta se encuentra sucia, la penetración de gérmenes es elevada.

Elección de huevos incubables

A la hora de proceder a la elección de los huevos puestos para ser enviados a la incubación, habrá que tener presente las siguientes cuestiones:

a) El tamaño. No deben incubarse huevos de peso inferior a 52 g., ni superior a 69 g. En los huevos pequeños, el desarrollo embrionario es difícil y los pollitos que nacen son más pequeños y débiles de lo deseable (no deben pesar menos de 35 g.). Los huevos excesivamente grandes, más frecuentes al final del período de puesta, presentan dificultades para su incubación, dado que:

§  Se alarga su período de incubación.
§  Aumenta el riesgo de deshidratación, porque suelen tener la cáscara más delgada de lo normal, es decir, con una mayor conductividad a los gases.
§  No caben en los alvéolos de las bandejas de incubación.

b) Las formas atípicas y roturas.  Así como las fisuras de la cáscara, que hacen inadecuados a los huevos para la incubación (no llegan a buen fin o "explotan" durante el proceso). Consecuentemente, se desecharán.

c) La limpieza.  Los huevos sucios y los puestos en el suelo deben colocarse en bandejas diferentes de los restantes huevos. Se desecharán, si son pocos los que presenten esta condición. En caso contrario, se eliminarán los muy sucios y se someterá a los restantes a un tratamiento diferenciado del de los huevos teóricamente limpios.

d) La edad de los reproductores.  La incubabilidad de los huevos varía a lo largo del ciclo productivo: es menor al inicio y al final de dicho período. Al inicio de la puesta, factores muy importantes que afectan a la incubabilidad son:

§  Una proporción demasiado baja de yema respecto al total del huevo.
§  Tamaño reducido de los huevos.
§  Porcentaje de huevos de dos yemas relativamente elevado.
§  Abundancia de formas atípicas.
§  Presencia relativamente frecuente de huevos no fecundados.

Al ir finalizando el ciclo de puesta, el porcentaje de huevos incubables también desciende:

§  La calidad de la cáscara empeora.
§  La "calidad intrínseca" de los huevos también es peor, como consecuencia del agotamiento fisiológico de las reproductoras.
§  Los machos envejecen más rápidamente, lo que puede llegar a constituir un problema particularmente grave en muchas estirpes.

Lavado de huevos sucios

El tratamiento de un huevo algo sucio (los muy sucios deben desecharse) puede hacerse de dos formas:

§  Por raspado
§  Por lavado

El raspado tiene el inconveniente de que, si bien elimina la suciedad, también daña la cutícula exterior del huevo, exponiendo el interior a una más fácil contaminación posterior, a un mayor riesgo de "explosión" durante la incubación y a un descenso en la tasa de eclosión.

Debido a esto, es más conveniente el método de lavado  siempre y cuando se respeten algunas condiciones:
a) Los huevos deben estar colocados en bandejas aparte.

b) El lavado debe efectuarse inmediatamente después de la recogida. No se debe esperar al final de la jornada.

c) La solución a utilizar debe ser detergente e higienizante, a base de compuestos de cloro, iodo o amonio cuaternario, en la proporción de 250 ppm. en el caso del cloro (5 ml. de lejía comercial al 5% de cloro activo, por cada litro de agua) y de 200 ppm. en el caso de los otros desinfectantes.

d) La temperatura de la solución siempre deberá estar entre los 38 y los 40ºC, siempre superior a la temperatura del huevo.

e) El tiempo de lavado no deberá exceder de los tres minutos.

f) La solución debe renovarse con gran frecuencia (tras 3 ó 4 tandas de lavado).

g) La calidad del agua debe ser adecuada, desde el punto de vista bacteriológico y químico; sobre todo, se ha de prestar atención a la concentración de hierro, ya que ésta nunca debe exceder de 5 ppm.


Está perfectamente comprobado que los huevos sucios, incubados aparte de los limpios, pueden llegar a dar hasta un 20% menos de nacimientos; y no sólo eso, la viabilidad de los pollitos nacidos es muy baja, dando una mortalidad en la primera semana de hasta un 15%.

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