En la
práctica, hay que partir de la base de que un cierto porcentaje de los huevos
puestos por las reproductoras no son aptos para afrontar con garantías de éxito
el período de incubación. Por esta razón, hay que tener en cuenta un serie de
aspectos para determinar cuáles, de todos los huevos puestos, van a ser los que
se introduzcan en las máquinas incubadoras.
Por
otra parte, el huevo fértil es un elemento vivo, que debe ser manejado desde la
propia granja con sumo cuidado y conforme a unas rutinas que no perjudiquen al
potencial de incubabilidad inicial de este huevo.
Recogida de los
huevos
En
cualquier granja de reproducción los huevos deben ser recogidos como mínimo
tres veces al día. El objeto es triple:
§ evitar roturas.
§ reducir las posibilidades de contaminación.
§ evitar la aparición de la cloquez.
En
épocas de temperaturas extremas (calor intenso o mucho frío), es aconsejable
incrementar la frecuencia de recogida a cinco. Si hace mucho calor y el huevo
permanece excesivo tiempo en el nidal, pueden tener lugar divisiones
embrionarias, con consecuencias fatales para el embrión, ya que luego el huevo
se enfriará en el almacén.
Si las
temperaturas son bajas, al enfriarse el huevo su contenido sufre una retracción
y se forma la cámara de aire por aspiración a través de los poros de la
cáscara. Cuando la superficie de ésta se encuentra sucia, la penetración de
gérmenes es elevada.
Elección
de huevos incubables
A la
hora de proceder a la elección de los huevos puestos para ser enviados a la
incubación, habrá que tener presente las siguientes cuestiones:
a) El tamaño. No
deben incubarse huevos de peso inferior a 52 g., ni superior a 69 g. En los huevos pequeños, el
desarrollo embrionario es difícil y los pollitos que nacen son más pequeños y
débiles de lo deseable (no deben pesar menos de 35 g.). Los huevos
excesivamente grandes, más
frecuentes al final del período de puesta, presentan dificultades para su
incubación, dado que:
§ Se alarga su período de incubación.
§ Aumenta el riesgo de deshidratación, porque
suelen tener la cáscara más delgada de lo normal, es decir, con una mayor
conductividad a los gases.
§ No caben en los alvéolos de las bandejas de
incubación.
b) Las formas atípicas y roturas. Así como las fisuras de la cáscara, que hacen
inadecuados a los huevos para la incubación (no llegan a buen fin o
"explotan" durante el proceso). Consecuentemente, se desecharán.
c) La limpieza. Los huevos
sucios y los puestos en el suelo deben colocarse en bandejas diferentes de los
restantes huevos. Se desecharán, si son pocos los que presenten esta condición.
En caso contrario, se eliminarán los muy sucios y se someterá a los restantes a
un tratamiento diferenciado del de los huevos teóricamente limpios.
d) La edad de
los reproductores. La
incubabilidad de los huevos varía a lo largo del ciclo productivo: es menor al
inicio y al final de dicho período. Al inicio de la puesta, factores muy
importantes que afectan a la incubabilidad son:
§ Una proporción demasiado baja de yema respecto
al total del huevo.
§ Tamaño reducido de los huevos.
§ Porcentaje de huevos de dos yemas relativamente
elevado.
§ Abundancia de formas atípicas.
§ Presencia relativamente frecuente de huevos no
fecundados.
Al ir
finalizando el ciclo de puesta, el porcentaje de huevos incubables también
desciende:
§ La calidad de la cáscara empeora.
§ La "calidad intrínseca" de los huevos
también es peor, como consecuencia del agotamiento fisiológico de las
reproductoras.
§ Los machos envejecen más rápidamente, lo que
puede llegar a constituir un problema particularmente grave en muchas estirpes.
Lavado
de huevos sucios
El
tratamiento de un huevo algo sucio (los muy sucios deben desecharse) puede
hacerse de dos formas:
§ Por raspado
§ Por lavado
El
raspado tiene el inconveniente de que, si bien elimina la suciedad, también
daña la cutícula exterior del huevo, exponiendo el interior a una más fácil
contaminación posterior, a un mayor riesgo de "explosión" durante la
incubación y a un descenso en la tasa de eclosión.
Debido
a esto, es más conveniente el método de lavado siempre y cuando se respeten algunas
condiciones:
a) Los huevos deben estar
colocados en bandejas aparte.
b) El lavado debe efectuarse
inmediatamente después de la recogida. No se debe esperar al final de la
jornada.
c) La solución a utilizar debe
ser detergente e higienizante, a base de compuestos de cloro, iodo o amonio
cuaternario, en la proporción de 250 ppm. en el caso del cloro (5 ml. de lejía
comercial al 5% de cloro activo, por cada litro de agua) y de 200 ppm. en el
caso de los otros desinfectantes.
d) La temperatura de la
solución siempre deberá estar entre los 38 y los 40ºC, siempre superior a la
temperatura del huevo.
e) El tiempo de lavado no
deberá exceder de los tres minutos.
f) La solución debe renovarse
con gran frecuencia (tras 3 ó 4 tandas de lavado).
g) La calidad del agua debe ser
adecuada, desde el punto de vista bacteriológico y químico; sobre todo, se ha
de prestar atención a la concentración de hierro, ya que ésta nunca debe
exceder de 5 ppm.
Está perfectamente
comprobado que los huevos sucios, incubados aparte de los limpios, pueden
llegar a dar hasta un 20% menos de nacimientos; y no sólo eso, la viabilidad de
los pollitos nacidos es muy baja, dando una mortalidad en la primera semana de
hasta un 15%.
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